La prisión , soberana, austera, silenciosa,
herida de gris
de tiempo,
se precipita temblorosamente hacia tu alma
que se prostituye
por dos ramilletes de alegrías falsas
y una mirada,
sin dueño.
La prisión se dibuja en tu sentir,
se hace vuelo en las ilusiones
que vendía el arlequín
las tardes añoradas de la plaza.
Una prisión misteriosa, sin memoria,
también Te, construyen.
Los abismos de tus recuerdos que bailan entre plegarias llenas de espinas
luchan para que mañana caigan seducidos tus sueños carmesí y
sin siquiera ponerse a pensar que un domingo
romperás las cadenas en amaneceres color ocre y futuro.